Todos los abuelos dicen que exageramos sobre nuestros nietos, somos unos pesados hablando de ellos, y es verdad. A mí con mi único nieto, Mario, se me cae la baba. Pero decirme si no es para que se te caiga la baba antes situaciones como éstas:
Por aquello del dicho: "Estás más contento que un niño con zapatos nuevos" cuando Mario viene los sábados a casa me gusta hacerle notar lo bonito que son sus zapatos. El otro día me sorprendió diciendo: ¿Y los del Yayo?
Pero aquí, querido Mario, los zapatos del abuelo no importan mucho, porque son feos y viejos, aunque, tienen cámara de aire que los hace muy cómodos. Lo que si importa realmente, lo sorprendente es que tú con dos años seas capaz de ponerte en el lugar del otro, en este caso de mí, tu abuelo y te intereses por sus zapatos.
O cuando al bajar a la calle me adelanto a todos y bajo con él en ascensor y me dice: Yayo guapo y me dá un beso.
O cuando se sienta a mi lado a comer cocido, no importa que él haya comido antes y acaricia con su manita mi barba.
O cuando su abuela Maribel le pregunta ¿A quién quiere más la abuela? y el contesta: Al Yayo.
Y le sigue preguntando ¿ Y el Yayo a quién quiere más? y el contesta sin ninguna duda: A Mario.
O cuando en su casa me dispongo a preparar la la bañera de bebé, no me había enterado que ya hace mucho tiempo que no la usa, pues ya le bañan en la bañera de los mayores y nos dice a su abuela y a mí espontaneamente, sin preguntarselo: Estoy contento.